El combate por el título interino del WBC en el peso supermedio es uno que sin duda merece atención, aunque no se trate de un cinturón absoluto. Todo porque la pareja ha sido elegida de la manera que más gusta a la mayoría de los aficionados: estilísticamente, estos dos boxeadores suelen transformar la pelea en una guerra más que en un combate técnico tradicional.

Ambos son agresores natos. Tanto Christian Mbilli como Lester Martínez se enfocan en presionar al oponente, cortar ángulos y crear situaciones en las que al rival no le queda otra opción que intercambiar golpes abiertamente.

Esto se debe a que los dos se sienten muy cómodos a media distancia, en un escenario de golpe por golpe. Ambos pegan muy fuerte y lanzan un volumen alto de golpes. Hasta ahora, ninguno de sus oponentes ha demostrado poder resistir semejante ritmo.

Los dos son prácticamente contemporáneos: Martínez tiene 29 años, apenas un año menos.

Sin embargo, el guatemalteco está lejos de tener la experiencia de Mbilli. No se puede decir que Christian ya haya enfrentado a muchos élite, pero sí ha compartido ring con una oposición de mayor nivel que Lester.

El propio Sergiy Derevyanchenko vale, sin duda, más que tres de los rivales de Martínez juntos. Además, Mbilli ha peleado con Maciej Sulecki, Vaughn Alexander y Nadjib Mohammedi.

Las similitudes en estilo también se reflejan en las cifras. En promedio, lanzan prácticamente el mismo volumen de golpes por pelea, tanto en el total como en la proporción entre jabs y golpes de poder.

Sin embargo, Mbilli marca la diferencia en dos aspectos. Variedad en las zonas de ataque. Martínez promedia 27 golpes al cuerpo por combate frente a 165 a la cabeza, lo que representa un 14,1% de sus golpes dirigidos al cuerpo. En cambio, Mbilli reparte mejor: 89 al cuerpo y 211 a la cabeza, con un 29,7% de sus ataques abajo. Precisión. Mbilli es más certero en todas las categorías excepto en el jab. La mano adelantada es la base del boxeo de Martínez, quien con ella se abre camino a la corta distancia. La precisión global de Mbilli es del 24% frente al 17% de Lester. Y en golpes de poder, la diferencia es aún mayor: 31% contra 18%.

Ambos se mantienen activos. Este será su segundo combate en 2025, y en los anteriores ganaron antes de la mitad de la pelea.

En 2024, Mbilli subió al ring tres veces, mientras que Martínez lo hizo en dos ocasiones.

Si miramos los asaltos boxeados, el dato es aún más revelador:

Mbilli disputó 17 asaltos en 2024 y 1 en 2025.

Martínez, 12 en 2024 y 4 en 2025.

En conjunto, casi parejos: 18 rounds para Mbilli frente a 16 para Martínez en los últimos dos años.

Es difícil establecer un favorito en este apartado. Estadísticamente, los dos muestran índices muy similares y han noqueado rivales con autoridad.

La clave será si Martínez tiene el nivel suficiente para conectar a un rival como Mbilli, claramente superior a su oposición previa. No será fácil alcanzarlo con golpes plenos.

Ninguno ha mostrado problemas serios en este aspecto. Suelen protegerse bien con guardias cerradas y movimiento de torso. No obstante, por estilo ambos están condenados a intercambiar, lo que significa también recibir.

Todo indica que esta pelea servirá como un test definitivo para las quijadas de ambos.

Para Martínez será su séptimo combate en EE. UU. y para Mbilli, apenas el cuarto.

Sin embargo, la estrella aquí es Christian: posee el cinturón, tiene detrás a Top Rank y ambiciona pelear contra el ganador del Canelo vs. Crawford.

Mbilli está llamado a convertirse en rival de Saúl Álvarez si éste derrota a Crawford. Sin embargo, es poco probable que ocurra, salvo que el WBC obligue al mexicano, pues después ya está previsto un duelo con Hamzah Sheeraz.

En este contexto, Mbilli debe evitar distracciones y mantener la concentración: ganar, ganar y ganar hasta que llegue la oportunidad.

Para Martínez, en cambio, este es el gran trampolín para robarse la atención. ¿Podrá conectar con regularidad a Mbilli? El estilo indica que sí tendrá esa chance. ¿Podrá hacerlo con contundencia? Sin duda. Ahí veremos qué tan firme es la mandíbula del francés.

La motivación del guatemalteco es máxima: vencer en una cartelera tan grande y ante un rival de este calibre le colocaría de inmediato en el radar de fanáticos y promotores.